sábado, 2 de agosto de 2014

Las cosas grandes no se pueden forzar, simplemente hay que dejarlas llegar.

-Imaginemos por un momento que ni tú eres tú ni yo soy yo.  Imaginemos que la realidad ha sido alterada por, yo qué sé, un choque de universos paralelos, una catástrofe natural, alienígenas… échale imaginación joder.-

La persona que estaba en frente respiró y me miró profundamente, ya acostumbrado y resignado a preguntas sin sentido.

-¿Y bien? ¿Qué pasaría si los marcianos cambiaran el mundo y no fuéramos nosotros?- Preguntó intentando asomarse un poquito al mundo de locura en el que me había instalado hace años.- Esto no será una forma extraña y extravagante forma  de cortar conmigo, ¿no?

-Eres idiota,  ¿lo sabías?-. Pregunté después de reírme un rato de su pregunta- Para nada, pero tan solo piénsalo.

-Vamos, no me digas que me has traído a este descampado, en medio de ninguna parte para que me coma la cabeza.  ¿Qué…?-

-Es imposible saber cómo sería el mundo. – Le interrumpí- Pero si sé quién y cómo me gustaría ser. –
Continúe diciendo mientras apagaba el cigarro ya consumido por completo que sujetaba entre los dedos – 
Me gustaría vivir donde nunca hiciera frío, donde las calles fueran tan estrechas, viejas y serpenteantes que solo los que hayan nacido allí sepan cómo moverse, a dónde ir. Me gustaría ser conocida por mi trabajo, conservar mis ideales e ideas. Y por último me gustaría ser unos cinco centímetros más alta, no pido mucho.

El discurso terminó entre carcajadas cómplices por un chiste que solo entendíamos nosotros.


-Pero, sobre todas las cosas me gustaría que estuvieses a mi lado, como ahora. Sin nada más en el mundo que el porro que te estás fumando, mi viejo BMW, tú, yo y las estrellas de fondo.- Sus brazos rodearon mi cuerpo y yo enterré mi cara en su pecho, intentando olvidar aunque solo fuera por un momento el desastre en que se había convertido mi vida