miércoles, 14 de septiembre de 2011

fire

Parte 1

 Hace cinco meses

Observé tras la ventanilla del coche de mi padre mi futuro internado, el tercero en todo el año. Mi padre me observaba por el espejo retrovisor.
Hacía demasiado tiempo que había perdido la esperanza en mí, después de dos años de internado en internado por diferentes accidentes era bastante normal. No le culpaba por ello igual que él no trataba de culparme, aunque todos los indicios apuntarán a mí.
Hacía meses que mis padres se habían separado y la única culpa la tenía yo.
M i madre no pudo aguantar la presión y se fue. Ahora vivía en Francia, se había vuelto a casar y estaba esperando a su segundo hijo, además de mí, claro está.
Apenas hablaba con ella y cuando hablábamos la conversación corría a cargo suyo, mis respuestas consistían en un “ajá” de vez en cuando.
Todavía sigo sin perdonarme cada uno de mis falos aunque los demás nieguen que fuese culpa mía.
Solo yo tuve la culpa del incendio que casi acaba con la vida de todas y cada una de las personas que vivían en el edificio donde vivíamos.
Aquella fue la última vez que vi el instituto donde iba, a partir de entonces me esperaba una lista interminable de internados incendiados, muertes de alumnos y un internado nuevo cada vez que algo ocurría y todas las pruebas me indicaban a mí.
Intentaba no pensar demasiado en ello pero cada noche me atormentaba la misma pesadilla.
Cada noche veía la cara incendiada de mis padres y amigos que me decían que todo había sido por mi culpa.
No podía olvidar lo que pasó si cada noche veía la piel de mis seres queridos cayéndose a trozos y sus ojos fuera de sus orbitas.
Por suerte ya no me despertaba gritando cada noche y con las manos temblando. Me había acostumbrado a los temblores que recorrían mi cuerpo, al sudor frío y a la sensación de que había alguien en la habitación observándome.
Saqué de mi cabeza aquellos pensamientos y salí del coche de mi padre dispuesta a enfrentarme a un curso entero de pastillas, clases y rumores.
O eso esperaba.
Cuando entré a mi futuro internado me encontré con una pareja enrollándose y un par de alumnos más haciéndoles fotos con sus móviles.
Genial, cero vigilancia. Puede que me llegara a gustar este sitio.
Me dirigí con mi padre al despacho de la directora donde me daría mi horario y las normas. Si es que había alguna.
-Ainhoa.- La voz de la secretaria me devolvió a la realidad.- Ya puedes pasar.-
Apagué el mp3 que me aislaba continuamente del mundo y entré al despacho de la directora con mi padre.
La directora Ross, según ponía en la placa que estaba encima de su mesa, me miraba fijamente, penetrando en mi ser; observando cada uno de mis secretos.
Comenzarón a temblarme las manos y un sudor frío me recorrió el cuerpo . Me revolví nerviosa en el asiento y ella sonrió satisfecha, y se centró en mi padre.
"Genial"
Mi padreno se dejó llevar por el impulso de salir corriendo que aún recorria mi cuerpo
No podía comprender cómo los alumnos podían tener tanta liebertad con ella de directora, y si no era así, como se arriesgaban a ser pillados haciendo fotos con los móviles , cómo podían arriesgarse a aquellla mirada.
En cuanto sus ojos abandonaron los míos respire profundamente intentando tranquilizarme.
La sensación desapareció en cuanto salí del despacho, veinte minutos despues, con mi padre.
-Me parece que vas a estar muy bien aquí cariño.- Me dijo con una sonrisa orgullosa